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Las mujeres en el mundo de la ciencia y la tecnología

Artículo original de José Antonio Ferreira Dapía, sobre mujer y tecnología, publicado en La Región en la edición del domingo 11 de febrero de 2018.

La ONU celebra el domingo 11 de febrero el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la CienciaNo vamos a descubrir nada nuevo si decimos que el mundo de la ciencia, salvo pocas y raras excepciones, ha sido hasta ahora cosa de hombres. Esas excepciones están capitaneadas por extraordinarias mujeres como Marie Curie, Josephine Cochrane, Hedy Lamarr, Beulah Louise Henry o Stephanie Kwolek, entre otras.

Existen grandes avances y descubrimientos hechos por mujeres, como los elementos químicos radioactivos, la criptografía, el WiFi y el kevlar, pero podemos estar seguros de que ninguna de ellas lo tuvo fácil. En algunos casos, no solo tuvieron que enfrentarse a la desigualdad palmaria entre hombres y mujeres, sino también al racismo.

Las mujeres lo han tenido mucho más difícil que los hombres.

En el acceso a la ciencia, y por ende a la tecnología, las mujeres lo han tenido mucho más difícil que los hombres y en algunos casos ese acceso ha sido casi imposible. En pleno siglo XXI, aunque en algunos países de Europa se ha avanzado bastante, con las cifras en la mano se puede afirmar que todavía queda mucho por hacer en esa incorporación de la mujer al mundo de la ciencia y de la tecnología.

España no es una excepción. Solo el 18% de los puestos de trabajo del sector tecnológico están ocupados por mujeres, un reflejo de su acceso todavía minoritario a carreras de carácter técnico-tecnológico en las universidades. De hecho, el porcentaje de mujeres graduadas en carreras técnicas apenas alcanza en España el 24%.

En Europa los datos son muy parecidos. La Comisión Europea señalaba en el año 2015 que alrededor de 1,4 millones de personas cursaban estudios en la Unión Europea en algún área relacionada con las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC). Sólo el 17% de esos estudiantes eran mujeres.

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Mujer y tecnología: Women in Tech: The Facts.

Incluso en Estados Unidos se ha producido un retroceso en el acceso de las mujeres a las carreras técnicas. El National Center for Women & Information Technology (NCWIT), que agrupa a casi 900 universidades, empresas, ONGs y organizaciones gubernamentales de EE.UU., publicaba en 2016 su estudio ‘Women in Tech: The Facts’, con datos reveladores. Resulta significativo que las mujeres ocupan el 57% de los puestos de trabajo en todos los ámbitos profesionales, pero en sectores relacionados con la informática esas cifras se reducen a un 25%. Y la situación no está mejorando. Desde que en 1991 se alcanzó un porcentaje máximo de un 36% de mujeres en sectores informáticos, esos datos han caído de forma constante en las últimas décadas.

No voy a entrar a valorar cuáles son las causas de que ocurra esto, ya que hay muchos estudios, y muy serios, sobre el origen de esta desigualdad en las cifras. Lo que me gustaría poner sobre la mesa son algunas preguntas: ¿Cuánto talento se está perdiendo? ¿Cuántas mujeres como Marie Curie hemos perdido? Si el 50% de la población mundial son mujeres, ¿por qué renunciamos a ese 50% de talento?

La humanidad está compuesta por hombres y mujeres, y su desarrollo debería ser consecuencia de ambos. Las mujeres, por suerte, en muchas facetas importantes son diferentes a los hombres, y su visión, enfoque, prioridades y planteamientos les hacen ver el mundo desde puntos de vista que un hombre jamás imaginaría. Esa confluencia no hace otra cosa más que enriquecer todos los aspectos de desarrollo creativo.

Se debería potenciar, no solo desde los poderes públicos, que en algunos (y pocos) casos ya se está haciendo, sino también desde nuestras propias casas, desde la educación y la inculcación de valores a las nuevas generaciones.

Como rezaba el lema que hizo famoso a los Reyes Católicos, “tanto monta, monta tanto, Isabel como Fernando”.

En la ciencia y en la tecnología, los hombres y las mujeres tendrían que ser capaces de aportar en igualdad todo lo que llevan dentro para contribuir al desarrollo científico-tecnológico de la humanidad.

Escribo desde una ciudad donde una extraordinaria mujer armada de valor, de nombre María Mayor Fernández de Cámara y Pita, expulsó con cajas destempladas a una horda de piratas ingleses, allá por el siglo XVI. A ese espíritu y coraje es al que apelo para que hombres y mujeres no renunciemos a ese 50% de talento y lo incorporemos a nuestra sociedad cuanto antes. La tecnología en los próximos años debe y tiene que escribirse en gran parte con nombre de mujer, y así recuperar el tiempo y el talento perdido.

España tiene un gran trabajo por delante en los próximos años en materia de igualdad, pero no nos podemos imaginar todo lo que queda por hacer en otras culturas fuera de Europa, donde hará falta un siglo para cambiar creencias y costumbres.