La tecnología en las empresas no tiene sentido si no contribuye a mejorar su competitividad. Y para ser competitivos hay que ser capaces de medir la producción, siempre con datos fríos, y cuanto mayor sea el tamaño de muestra, mejor para la empresa.
Cuando un pequeño empresario comienza a tener un cierto grado de éxito, en muchos casos, su cabeza, le hace elucubrar nuevos negocios potenciales en sectores que desconoce y sobre todo se salen de su ‘corebusiness’.
España aparece en los últimos puestos en algo que hace que los países tiren fuertemente para delante: se trata del nivel de tecnologización que poseen las empresas, y esto es una cuestión de competitividad. ¿Qué repercusiones tiene esa escasa apuesta por la tecnología?
En el sector tecnológico los errores se pagan muy caros, con la desaparición o el ostracismo. Esta historia tiene por protagonista a una empresa del sector de las telecomunicaciones campaba a sus anchas en el mercado.
La tecnología tiene como obligación para con la empresa el ser una pieza fundamental para reducir los gastos. Actualmente el control de situaciones fraudulentas es muy sencillo desde el punto de vista tecnológico.
La historia está plagada de ejemplos de personas que empezando desde muy abajo y sin apenas formación, llegaron a ser, si me permiten la expresión, la de Dios es Cristo. El emprendimiento no entiende de razas, nivel de formación, naciones o credos.
Hay personas que defienden que hay que gastar lo menos posible, pero mucha gente mantiene que lo barato sale caro. En el mundo tecnológico, ninguna de estas maneras de verlo es la adecuada. La virtud está en el equilibrio.
Por mi propia experiencia empresarial puedo afirmar que un mal endémico que nos persigue en Galicia es considerar a las empresas que vienen superiores en cuanto a calidad e infravalorar aquellos productos y servicios que nos ofrecen empresas gallegas.
La competitividad es la capacidad de adaptación a las dinámicas sociales y del sector, ahí reside la diferencia que marcará la vida de una empresa: o crea su ventaja competitiva o desaparece. La tecnología actúa como antídoto contra la defunción empresarial.
La solución tecnológica que cubre las necesidades de nuestro negocio es siempre la adecuada y se traduce en optimización y rentabilidad empresarial. Sin embargo, mucha gente se deja llevar por lo que suelo llamar «tecnolujuría».