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La gastronomía y la tecnología

Artículo original de José Antonio Ferreira, «La gastronomía y la tecnología», publicado en Economía Digital el domingo 2 de diciembre de 2018.

He de aclarar que hoy no voy a hablar sobre las tecnologías más punteras aplicadas al arte de la cocina y solo al alcance de algunos pocos, como las impresoras 3D que imprimen comida, entre otras razones porque no tengo conocimientos suficientes y porque es una disciplina artística a la que tengo mucho respeto.

Sé que en el campo de la gastronomía -como en la mayoría de los aspectos de nuestra vida- la tecnología está muy presente y seguramente contribuirá a mejorar los procesos alimenticios, tanto en la calidad como en una faceta que me parece muy importante: la seguridad alimentaria.

El acto de comer en España se ha convertido en un espectáculo social.

Sin embargo, hace mucho tiempo que vengo luchando contra lo que denomino tecnolujuria, que no es más que un uso indebido de la tecnología en materia de la inversión, un gasto excesivo que no vamos a rentabilizar.

Absolutamente contrapuesto al término tecnolujuria se encuentra el concepto “compra inteligente”. La compra inteligente es cuando después de haber hecho un análisis previo de nuestras necesidades, aplicamos la solución tecnológica que verdaderamente se necesita dejando de lado los ‘por si acaso’.

Como buen gallego me gusta mucho la gastronomía y también todo lo que trae consigo, no solo en Galicia, sino en prácticamente toda España, donde el acto de comer junto a otras personas se convierte en un espectáculo social en toda regla. Un espectáculo que se da en el ámbito familiar, con nuestras amistades y también en el mundo de los negocios.

Tipos de gastronomía.

A la hora de seleccionar el restaurante yo contemplo cuatro niveles basándome en la relación existente entre lo que como y lo que pago.  Dejando fuera de la lista a los restaurantes que no cumplen con los parámetros de seguridad alimentaria, este es el ranking que propongo de mayor a menor:

  • Nivel 4: Restaurantes de alta cocina que pueden o no tener estrellas Michelin y cuyo nivel de precios es muy alto.
  • Nivel 3: Cocina cuidada donde como en el nivel 4 se cuida mucho imagen y la experiencia del cliente, pero con menor cuidado de los detalles finales.
  • Nivel 2: Cocina elaborada y donde se puede hacer una celebración con buen nivel de calidad.
  • Nivel 1: Casas de comida con cocina tradicional y generalmente con largos años de experiencia.

La tecnología soluciona problemas y ayuda a la vida de las personas.

A la hora de hacer una valoración de los cuatro niveles tendríamos que igualarlos a todos en la materia prima a utilizar poniendo por ejemplo un plato clásico: la tortilla de patatas. Lógicamente una tortilla se hace con patatas, huevos y aceite. Dejamos al libre albedrío del gusto de cada uno la incorporación de cebolla, tema en el que nadie se  pone de acuerdo.

El material necesario para hacerla sería: una sartén, una espumadera y un fuego. Es obvio que necesitamos capital humano para poder hacerla. Mientras que a la hora de servirla el entorno variará según el nivel.

Seguramente si los que hacen las compras de los restaurantes han elegido patatas de Coristanco o de Xinzo, huevos de corral y aceite de oliva virgen extra de primera prensado en frío, te puedes encontrar con la misma tortilla, del mismo tamaño  y con los mismos ingredientes pero en escenarios distintos donde el precio puede variar entre los 6€ hasta los 30€.

Seguramente pagar 30€ por una tortilla de patatas, en mi humilde opinión, es gastrolujuria.

No se me ocurre nada, en términos gastronómicos, que justifique que una misma cosa en el mismo país o región cueste cinco veces más.

Independientemente de toda esta explicación, a mí me interesa quedarme con el concepto y con la analogía entre la gastrolujuria y la tecnolujuria.

El papel de la tecnología.

Lo esencial es que la tecnología solucione problemas y mejore la calidad de vida de las personas, y por ende de las empresas y las ayude a ser más competitivas. Deberíamos hacerlo a justiprecio y aplicar la solución tecnológica que verdaderamente necesitamos y pagando por ella lo justo.

Que cada uno elija el nivel de restaurante al que quiere ir, pero sin ninguna duda, la virtud está en los de nivel uno y dos, el tres lo dejamos para celebraciones muy especiales y sinceramente, los de nivel cuatro los considero gastrolujuria. 

Esa es mi opinión, un concepto que llevo aplicando más de treinta años con mis clientes y sinceramente creo que no ha funcionado mal.