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Lituania y tecnología- el matrimonio perfecto

Lituania y tecnología: el matrimonio perfecto

Artículo original de José Antonio Ferreira, «Lituania y tecnología: el matrimonio perfecto», publicado en Economía Digital el lunes 1 de octubre de 2018.

Escribo estas líneas desde Lituania, en mi primera visita a uno de los países bálticos que otrora pertenecieron a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Intentaré hacer un análisis frío, más allá de esa primera percepción de que la gente va cabreada por la calle, cosa que a los españoles nos extraña pero que es bastante común en el carácter eslavo.

Esto no tiene nada que ver con la relación humana que dispensan cuando inicias conversaciones más personales, ya que se comportan siempre como gente amigable, amable y colaborativa.

Sin lugar a dudas, haber pertenecido al bloque soviético ha hecho mella en Lituania, un país que ahora forma parte de la Unión Europea pero que aún dista bastante de la media europea de desarrollo económico.

Lituania terminará por asemejarse más pronto que tarde a los países escandinavos.

Hablamos de un país con una población muy similar a Galicia, es decir poco menos de tres millones de habitantes, pero con más del doble de superficie: casi 30.000 kilómetros cuadrados tiene la comunidad gallega, mientras que Lituania sobrepasa los 65.000.

Sin ánimo de presentar aquí una cascada de cifras para que quien lo desee saque la calculadora y empiece a establecer ratios comparativas, prefiero dedicar este espacio a comentar mi punto de vista. Como se suele decir, “puede que esté equivocado, ¿pero y si no lo estoy?”.

Curiosamente, y nuevamente pensando en su pasado, a diferencia de otros países postcomunistas en los que he estado, en Lituania no se manifiestan símbolos o estructuras que hagan referencia a ese periodo y lo que se respira en su capital Vilna es un ambiente cosmopolita y de una capital en pleno desarrollo.

Con poco más de medio millón de habitantes, se puede apreciar también una ciudad carente todavía de algunas infraestructuras y de una regulación efectiva del tráfico.

Apuesta por la tecnología.

Lituania es un país en el que desde hace años se ha desarrollado de manera vertiginosa el mercado de la tecnología. Tres de los fabricantes mundiales de tecnología telemática en movilidad están ubicados en Vilna y, para orgullo europeo, les están ‘dando para el pelo’ a los fabricantes chinos, que ya sabemos cómo se las gastan en materia de costes.

También destacan los productos relacionados con los fabricantes auxiliares del sector de la automoción. Las claves son diversas, pero cabría destacar:

  1. Lituania es un país de la Unión Europea.
  2. Tiene un porcentaje muy importante de gente joven sobre el total de la población.
  3. En Kaunas existen prestigiosas universidades especializadas en materias del sector tecnológico.
  4. Lituania está cerca de Alemania y a nadie se le escapa que eso es un factor importante, ya que hablamos del motor tecnológico de la Unión Europea.
  5. Y lo más importante, el salario mínimo en este país es de menos de 400 euros y el salario medio es de menos de 800 euros, pero a los titulados universitarios en ingeniería informática, telecomunicación, etc., directamente se los rifan. Un ingeniero informático júnior acabado de salir de la facultad duplica el salario medio del país, pasando a cuadriplicarlo cuando se convierte en sénior.

No quiero hacer demasiada sangre con esto, pero alguien debería hacerse mirar estos datos en nuestro país para ver si dejan de vendernos que tenemos condiciones para ser el nuevo Silicon Valley europeo.

Para terminar, y para contrastar lo que se puede hacer en Lituania con un salario medio, he de decir que un café cuesta menos de un euro, una cerveza en un bar del centro de Vilna menos de dos euros y cenar en un restaurante medio cuesta en torno a 12 euros por persona.

Viajar de Vilna a Kaunas, que son poco más de 100 kilómetros en un moderno tren, cuesta cinco euros en ‘first class’ y cuatro en turista. Y como colofón, el alquiler de una vivienda media de unos 60 metros cuadrados en Vilna está en poco más de 200 euros.

En mi opinión, Lituania terminará por asemejarse más pronto que tarde a los países escandinavos, ya que tiene la misma madera (nunca mejor dicho) y capacidades. Como dice una conocida periodista televisiva: “Estos son los datos y sólo suyas serán las conclusiones”.