Santiago lucha con un pez durante días, sin rendirse, a pesar de los tiburones y las ampollas. Es como el autónomo enfrentándose a la Agencia Tributaria, esa bestia marina que parece nunca saciarse.
En mi larga carrera, he aprendido que el fracaso es un maestro más elocuente que el éxito. Las lecciones que se graban en el alma empresarial tras un fracaso son las que forjan los cimientos de futuros imperios.
En lugar de competir por ser el más barato, una empresa debe buscar ofrecer algo único. Sin embargo, para que esa diferenciación sea efectiva y valiosa, es esencial invertir en calidad, innovación y, sí, en tecnología.
A las empresas de transporte se les ha empujado a la innovación. No ha sido por iniciativa propia el pasar de un Euro 3 a un Euro 4 y así sucesivamente: lo han propuesto más los fabricantes que la petición del sector.
La empresa Agua de Solares era conocida de sobra por aquel entonces, pero, aunque continúa en activo y sus botellas se siguen comercializando, ya no es la líder de mercado que antaño fue.
Hace hoy trece años, el grande entre los grandes, Steve Jobs, presentaba el producto comercial tecnológico que más ha revolucionado nuestra vida desde la historia de los tiempos: el iPhone.
Cobrar lo máximo posible por tus productos y tener los menores costes posibles para engrosar la cuenta de resultados, que es la que mide nuestra capacidad de competir.
Vivimos en un mundo de gran desarrollo tecnológico. Podemos salvar vidas y mejorar en cuanto a nuestra protección se refiere. Por lo tanto, debemos aprovecharlo y apoyarnos en ello, para así, intentar hacer un mundo mejor.
La esperanza nos dota del valor necesario para aprender cada día. Y la curiosidad, seguramente protagonista del desarrollo humano, presente en todos esas mujeres y hombres que han conseguido lo que hoy es la humanidad.
En la empresa es necesario tecnologizarse para no morir y esta inversión no debe realizarse con el criterio de «cuanto más caro, mejor». Debemos elegir la tecnología que cubra nuestras necesidades sin caer en la tecnolujuria.